Nadie lo vio venir… Lo que pasó con Jackson Barreto después de La Voz Kids te dejará sin palabras
¡De la pobreza al estrellato! La transformación IMPACTANTE de Jackson Barreto tras La Voz Kids Colombia
Jackson Barreto llegó a La Voz Kids Colombia como uno de tantos niños migrantes venezolanos que huyeron junto a sus familias en busca de un futuro mejor.

Su historia, marcada por la escasez, las largas caminatas y la incertidumbre, no era diferente a la de miles de otros, hasta que abrió la boca para cantar.
Desde su audición, su voz poderosa y su emoción cruda dejaron a los entrenadores y al público sin aliento.
Pero lo que nadie sabía es que ese momento marcaría un antes y un después irreversible en su vida.
Tras su participación en el programa, Jackson no ganó el primer lugar, pero sí se ganó algo mucho más poderoso: el corazón del público y la atención de productores musicales dentro y fuera de Colombia.
Inmediatamente después de salir del programa, varias puertas comenzaron a abrirse.
Primero, fue invitado a eventos locales, luego regionales, hasta que finalmente fue convocado para presentaciones privadas donde su historia servía tanto como su talento vocal.
Con apenas 12 años, su familia tomó la decisión de mudarse a Bogotá, apostando todo por su carrera.
Dejaron la pequeña habitación donde vivían en condiciones precarias para instalarse en un barrio periférico de la capital.
No fue fácil.
La presión mediática, las ofertas engañosas y los intentos de aprovecharse de su imagen casi terminan con sus sueños.
Jackson incluso confesó en una entrevista que estuvo a punto de dejar de cantar por completo después de que un supuesto productor desapareciera con el dinero de una gira fallida.
Pero fue precisamente en ese punto más oscuro donde ocurrió el giro más inesperado.
Una fundación dedicada a apoyar a jóvenes talentos en situación de vulnerabilidad lo descubrió en redes sociales.
El video de una de sus presentaciones callejeras se volvió viral en TikTok y logró alcanzar millones de reproducciones.
La historia detrás del video captó la atención de artistas consolidados que compartieron su historia, entre ellos, un famoso cantante colombiano que decidió apadrinarlo.
Gracias a ese apoyo, Jackson no solo pudo regresar a los escenarios, sino que también logró grabar su primer sencillo profesional, una canción inspirada en la lucha de los migrantes.
El tema fue un éxito rotundo en plataformas digitales y marcó el inicio oficial de su carrera musical.
Pero lo más sorprendente aún estaba por llegar.
Pocos meses después, una productora internacional le ofreció un contrato de representación artística en Miami.
Sí, el niño que cantaba en las calles de Cúcuta estaba ahora frente a una oportunidad de oro: entrar al mercado musical latino con respaldo profesional.
La familia entera volvió a empacar sus pocas pertenencias y emprendieron un nuevo viaje, esta vez con esperanza real.
En Miami, Jackson no solo continuó su formación vocal sino que también se involucró en actividades comunitarias, donde compartía su historia en escuelas y fundaciones como un símbolo de superación.
A día de hoy, ha participado en múltiples festivales, ha sido invitado a entrevistas en medios internacionales y ya está trabajando en su primer álbum, que según rumores incluirá colaboraciones con artistas reconocidos.
Pero no todo ha sido color de rosa.
El precio de la fama le ha traído también críticas, envidias y hasta amenazas.
En sus redes sociales ha sido víctima de acoso y ha tenido que aprender a manejar la presión mediática mientras aún cursa la secundaria.
Aun así, Jackson ha demostrado una madurez sorprendente.
En entrevistas recientes ha declarado que su misión es seguir cantando para quienes no tienen voz, para los niños que aún viven lo que él ya logró superar.
Hoy, Jackson Barreto es mucho más que un exconcursante de un reality show.
Es un símbolo de resistencia, un ejemplo viviente de cómo el arte puede cambiar destinos, y una prueba irrefutable de que los sueños, incluso los más imposibles, pueden hacerse realidad con trabajo, fe y una voz que no se apaga nunca.